lunes, 21 de noviembre de 2016

Familia Paulina: Huellas

Familia Paulina: Huellas










































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jueves, 14 de junio de 2012






HUELLAS


A CIEN AÑOS DEL CARISMA PAULINO
NOTAS PARA UNA PASTORAL VOCACIONAL ACTUALIZADA




Acabo
de leer un artículo que se refiere al aumento del consumo de alcohol y
de droga en los jóvenes de la escuela secundaria. Más de uno se habrá
escandalizado al enterarse del incremento notable de alcoholismo de las
adolescentes. Pero, más allá de preguntarnos qué cosas buenas y menos
buenas reconocemos en los jóvenes, debemos considerar qué plataforma
usamos para conocerlos e interactuar con ellos. Aproximarnos a esta
realidad ayuda a los fines de este artículo: afrontar la pastoral
vocacional cuando nos disponemos a celebrar cien años de carisma
paulino.


Hay
una tribuna tradicional que añora el pasado, el modelo patriarcal
perdido, que señala implacable los errores y las falencias de la
juventud, sin cuestionarse siquiera que la actual generación adulta -los
jóvenes de ayer- trajo a la vida y educó a los jóvenes de hoy, esos que
viven en total desparpajo.


Otra
postura, más condescendiente, nada de malo ve en ellos, sino que trata
de entrar en los mismos códigos comunicacionales y de conducta, para
quienes los jóvenes son tan buenos que nada se les debe corregir porque
se supone que se los reprime. A veces los resultados de esta postura son
irrisorios, porque emergen los “viejos verdes” o deambulan caricaturas
juveniles hechas con siliconas, cirugías estéticas y toxina botulínica.


Aunque
presentadas esquemáticamente las dos posiciones anteriores, me uno al
grupo que trata de entender el fenómeno juvenil actual tratando de no
partir ni del prejuicio negativo ni de la concesión facilista sobre los
jóvenes. Y me atrevo a afirmar que todas las visiones conviven dentro de
un mismo individuo, aunque se note más una tendencia que otra.


Son 
muchos los cambios que se deben tener en cuenta cuando se aborda la
realidad juvenil, pero solo señalo tres núcleos importantes: el
protagonismo social, la formación de la identidad sexual y la educación.


En primer lugar se debe aceptar, sin nostalgias del novecento,
el significado y posterior influencia del mayo del ’68, cuando los
jóvenes pasaron a ser referencia o modelo de los jóvenes. Es el quiebre
histórico definitivo que se dio cuando pasaba la primera mitad del siglo
XX. Este cambio es significativo al momento de pensar cualquier
relación educativa. En este aspecto, razonar y pensar los valores con
ellos es indispensable, pues los valores impuestos son rechazados de
plano.


Otro
cambio irreversible es el proceso para afirmar la identidad y el
comportamiento sexual, especialmente entre los adolescentes, al momento
que estos asumen los roles masculinos y femeninos, porque los roles los
dicta la sociedad y varían de época en época. Es importante considerar
este rasgo juvenil cuando se interactúa con ellos, pues no tienen
interiorizados los roles tradicionales de varón y mujer, porque vivieron
adolescencias marcadas por la indefinición sexual y tienen modelos
ambiguos. Aceptar jóvenes en discernimiento vocacional significa admitir
que no tienen la formación sexual tradicional y hasta llegan a
cuestionar las enseñanzas de moral sexual de la Iglesia.


Un
tercer cambio definitivo se dio en el campo de la educación, donde
ellos, por un lado son protagonistas de su propia educación, porque
participan en decisiones, hacen propuestas, debaten los planes; y por
otro, los jóvenes son educados por el mercado de la música, la
diversión, la vestimenta, los nuevos lenguajes y redes sociales, lo cual
rebasa el sector social de proveniencia. Esto incide en el momento de
pensar las formas de acompañar a los jóvenes en sus procesos formativos,
donde es inútil asumir modelos verticalistas, sino más bien
democráticos.


Han
pasado más de cien años desde que el adolescente Santiago Alberione
experimentara el llamado de Dios a hacer algo por los hombres del nuevo
siglo con los cuales habría de convivir. Y él respondió como
adolescente-adulto de su época. Ese mismo Señor hoy envía jóvenes,
varones y mujeres, a la Familia Paulina, con misiones muy similares a la del adolescente Alberione, pero con realidades muy diferentes.


La
vocación de las nuevas generaciones de hijos e hijas de Alberione será
apagada si se la aborda desde “tiempos pasados”. En cambio, el novedoso
carisma paulino traerá ardor a los corazones como en aquellos tiempos de
la “primavera paulina” si se llegan a los jóvenes desde su misma
realidad, yendo a los pozos donde beben para sus vidas, tal como el
Nazareno se acercó a la Samaritana
un día de calor. Los prejuicios de cualquier índole nacen a veces de
los miedos, quizás por no saber dialogar y conocer dónde están, qué
hacen, qué piensan.


Estas
bases posibilitarán la edificación de apóstoles nuevos, dando forma a
la identidad paulina más auténtica. Es la orientación de la vida a ser
san Pablo vivo hoy, caminando en continua conversión. La vida de las
comunidades religiosas y de los Institutos paulinos incide fuertemente
en este proceso, por lo cual es importante que sean comunidades
formativas, alentadoras de la vocación con el testimonio y la palabra.


Jóvenes con vocación hay, el secreto está en saber acompañarlos.


P. Fernando Teseyra, ssp.

domingo, 10 de junio de 2012






HUELLAS




PRIMER MAESTRO: COHERENCIA DE VIDA CRISTIANA


La
famosa noche de paso de un siglo al otro (1900-1901), decisiva para el
joven Alberione, lo marcó de una manera indeleble para toda su vida. Fue
una iluminación que recibió de la Eucaristía:
“hacer algo para los hombres con los cuales habría de vivir en el nuevo
siglo”. Esas ansias apostólico-misioneras lo acompañaron por toda su
vida.


Fueron
surgiendo iniciativas: Sociedad de San Pablo, Hijas de San Pablo,
Cooperadores Paulinos…Comienzan las actividades bíblicas con las
misiones populares para la difusión de la Biblia en cada hogar, los boletines parroquiales para la animación pastoral.


Su
experiencia parroquial lo lleva a escribir dos libros que pueden
significar aún hoy un proceso y un anticipo de cuanto el Concilio habría
insinuado: Apuntes de teología pastoral y La mujer asociada al celo sacerdotal.


Hace
un “pacto” con el Maestro divino, conociendo las necesidades y
consciente de la pequeñez  de sus hijos. Un pacto de fidelidad pero
también de mucha esperanza y confianza.


Ese
“algo” que lo había subyugado en la famosa noche sigue iluminando su
vida y coherentemente realizando gestos y llevando iniciativas en pos
del ideal prefijado.


La
guerra no es impedimento para seguir con su celo apostólico. Frente a
las dificultades prepara a sus hijos para la fabricación de papel (la
famosa “cartiera de Alba”), una zapatería donde se santifica el Ven.
Andrés Borello, una panadería, una huerta en los alrededores de Casa
Madre…


La guerra no lo amilana y le da la posibilidad de confiar ciegamente en la protección de la Reina de los Apóstoles a quien le promete erigir en el centro de la cristiandad y de las actividades paulinas un santuario.


El
proyecto de nueva evangelización con la comunicación (comenzado con la
buena prensa) sigue adelante con iniciativas que comienzan como en Belén
y se desarrollan como un árbol frondoso que cubre las necesidades de
los hombres. El famoso “alberone” del que el Primer Maestro les hablaba a
los primeros aspirantes.


En 1960 reúne a sus  hijos de la primera hora como para dictarles el testamento. Surge así el libro Ut perfectus sit homo Dei donde está plasmada su intención con respecto a la Familia Paulina.


Poco
antes había escrito unos apuntes, que entregó “si para algo servían” a
los que prepararon un trabajo sobre el pasado, presente y futuro de la Familia Paulina. Así nos regala Las abundantes riquezas de su gracia.


Todo esto nos habla de una coherencia vital, concreta, generadora de apostolado y de santidad. Como lo fue su vida.


Pablo VI al recibir a la Familia Paulina
en 1969 dijo: "He aquí a nuestro querido Padre Alberione, siempre
atento a los signos de los tiempos, siempre escrutando el futuro, que
dio a la Iglesia nuevos caminos, nuevo empuje misionero, nuevos medios para hacer eficaz el mensaje evangélico".


P. Santiago Bonomini, s.s.p.

viernes, 1 de junio de 2012






HUELLAS


 Una misión joven con gente joven


A
continuación les presentamos esta nueva sección que intenta mostrar las
enseñanzas y virtudes de nuestro Beato. En esta oportunidad, hablaremos
de los jóvenes para la nueva misión paulina en el mundo.
 
 


Uno
de sus primeros biógrafos describe el impacto que Alberione provocaba
en los jóvenes tanto hombres como mujeres. Ante todo la certeza de que
el Señor lo guiaba de una manera misteriosa, pero real. Muchos llegaron a
pensar que oponerse a sus planes fundacionales era oponerse a Dios.
Otra razón, tal vez la más inmediata, era el éxito que acompañaba sus
iniciativas, también las más humanamente “descabelladas” e
incomprensibles que emprendía.


Los
jóvenes se sentían involucrados como protagonistas en esas aventuras
maravillosas, cuyas fronteras no lograban vislumbrar totalmente; pero
esto más que amedrentarlos, los estimulaba a una entrega incondicional.
El testimonio de su vida fue otro factor. Alberione era un hombre
austero, desprendido, reflexivo, un gran solitario, pero en ningún
momento un aislado. En efecto, estaba siempre a disposición de ellos,
para atenderlos, aconsejarlos, corregirlos con la ternura de una madre y
a la vez con la rudeza de un padre que de sus hijos exige lo mejor.
Suyo podía ser el dicho: ¡Duda de un amor que no sea exigente!


Alegría y sentido de la vida
Es
fácil estar alegre para quien ha encontrado el sentido verdadero y
concreto de la vida. Para ello hay que eliminar los deseos inútiles y
obrar con generosidad en el camino de nuestra vocación, especialmente en
la tarea que le toca a cada uno. No demos cabida a omisiones, a
fantasías, a añoranzas o a un sentimentalismo hueco. Caminemos siempre
por la ruta maestra, a plena luz y a pleno sol.


Gocemos de todo lo bueno, contentos con lo poco que tenemos.
Vivamos cada día nuestra elección liberadora.
Esperemos al dolor como a un amigo, aceptándolo
como un signo de predilección.
Anhelemos a Dios y confiemos en él.
Unamos lo temporal y lo eterno, abrazando a la
humanidad y a la eternidad, en un círculo cuyo centro
es el mismo Dios: todo y siempre para su gloria y la
paz de los hombres.
En esto consiste la verdadera alegría (CISP 281).


P. Benito Spoletini, s.s.p.

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