martes, 22 de noviembre de 2016

Batalla de Adrianópolis, el fin de un emperador - Historia o leyenda

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Batalla de Adrianópolis, el fin de un emperador 15
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Aquel tórrido día de verano lo que menos imaginaba el emperador Valente es que no conseguiría la victoria, que sus legiones orientales morderían el polvo a causa de los bárbaros y que él yacería muerto sobre el campo de batalla.

¿Pero quienes eran esos bárbaros que lograron acabar no sólo con la mitad del ejército imperial, sino que cambiaron la forma de guerrear dando el papel principal a la caballería a partir de entonces? Pues eran los godos, un pueblo originario de Escandinavia, de grandes linajes y protocolos, y según los propios romanos los más civilizados de los bárbaros.

En el siglo I “saltaron” al continente desde la actual Suecia, probablemente desde una zona llamada Götaland o Gotland. Avanzaron por el este de Europa siguiendo el recorrido del río Vístula, durante siglos migraron, buscando un sitio en que fundar una patria, finalmente las llanuras del Danubio y las orillas del mar negro se convertirían en su hogar. Posteriormente se dividieron en dos grupos: Los Tervingi (visigodos) y los Greuthungi (ostrogodos), no sin antes hacerse un hueco, pues otras tribus como Vándalos y Sármatas poblaban la zona. Durante el siglo III realizaron incursiones en el imperio romano, saqueando las poblaciones cercanas al Danubio y obligando al propio Constantino a nombrarles foederati (federados) en el año 332, acelerando la romanización del pueblo godo, incluso abandonaron sus creencias paganas para convertirse al cristianismo, eso sí bajo la corriente herética del arrianismo.

Parecía que por fin los godos podrían vivir relativamente tranquilos, bueno si, había roces con el imperio pero nada que no arreglase un par de saqueos para presionar y poder aumentar su “salario” de foederati, y a Constantinopla le convenía pues ocupaban la región de la Dacia que el propio imperio había abandonado, haciendo de tapón para otras tribus bárbaras de más allá del limes (frontera).

No estarían tranquilos mucho tiempo, desde el este llegaba una horda temible que arrasaba con todo, eran los hunos, llegaban desde las estepas de Asia dispuestos a acabar con todo lo conocido. Ante el avance huno, los vándalos huyeron hacia el oeste, los sármatas, alanos y ostrogodos fueron sometidos, y Fritigerno rey los visigodos desesperado por el empuje de los jinetes de la estepa imploró al emperador Valente permiso para cruzar el Danubio. El emperador no se opuso y permitió que se quedaran en Moesia, y la zona de los Balcanes, eso sí bajo la premisa de ser desarmados.
Guerrero godo y equipamiento.

Guerrero godo y equipamiento.

Y como ocurre en ocasiones el remedio puede ser peor que la enfermedad, y el pueblo visigodo exhausto y muerto de hambre fue sometido a vejaciones e injusticias por parte de los oficiales romanos, al fin y al cabo por muy cristianos que fueran seguían siendo una banda de bárbaros. Como ejemplo comentar que para poder comer vendían a sus hijos como esclavos a cambio de un perro callejero. Como es normal la situación forzó a los visigodos a la rebelión, y Frigiterno con miles de los suyos arrasó Moesia y Tracia, destrozando cada guarnición imperial que le saliera al paso.

Valente que se encontraba con el ejército preparando una campaña en Antioquía, tuvo que firmar un rápido tratado con los sasánidas y volver grupas hacia Tracia para parar a esos indeseables bárbaros. Las fuentes históricas comentan que reunió unas siete legiones, pero hay que pensar que las legiones del bajo imperio no tenían nade que ver con las del principado o incluso las de Marco Aurelio, además los textos de Amiano Marcelino (testigo de la batalla) son poco fiables en cuanto a las cantidades, así que seré un poco más comedido y aportaré las cifras más actuales que estimaban el ejército imperial en unos 20.000-25.000 hombres, compuestos por 5.000 jinetes (scholae y equites palatinae), 10.000 a 15.000 auxiliares (auxilia y limitanei) y de 5.000 a 10.000 legionarios (comitatenses), una cifra nada desdeñable tratándose del ejército mejor equipado del imperio.

¿Que tenía Frigiterno para enfrentarse al emperador? contaba con un número muy similar al de los romanos, pues mientras Valente volvía de oriente, el rey godo “invitó” a sus hermanos bárbaros del otro lado del Danubio a participar en su revuelta, consiguiendo que numerosos grupos de ostrogodos y vándalos se unieran a su causa formando una horda de unos 7.000 jinetes (2.000 de ellos arqueros), una masa de guerreros bárbaros que podrían sumar unos 15.000-17.000 hombres y un par de miles de arqueros a pie. También es importante comentar que la forma de hacer la guerra ya no era tan diferente entre germanos y romanos pues muchos de los bárbaros habían servido en el imperio, y sus tácticas e impedimenta poco se diferenciaban de las imperiales.

Agosto del año 378, Valente se encuentra en Adrianópolis, esperando dos noticias importantes, la primera era saber de las fuerzas con las que contaban los godos y la segunda si la ayuda que había pedido a Graciano (emperador occidental) se encontraba cerca. Pero la información que recibió fue errónea ya que el número de enemigos facilitado era menor del que realmente había. Valente, que, por supuesto quería la gloria para él decidió no esperar los refuerzos occidentales y salió en busca de los godos con su ejército oriental.

9 de Agosto, el ejército romano encuentra el campamento godo en mitad de una llanura cerca de la propia Adrianópolis. Valente enseguida se da cuenta de que los godos son más de lo él pensaba, que su número es muy similar al suyo, y que además cuentan con otros aliados bárbaros. Frigiterno divisa a las legiones y rápidamente manda embajadores para parlamentar, pues la mayor parte de la caballería había salido a forrajear y quería ganar tiempo.

Valente se dejó liar, pero mientras tanto ordena formar a su ejército, auxiliares al frente, con los comitatenses en segunda línea y las dos alas ocupadas por la caballería, mientras se llevaban a cabo las negociaciones. Amiano comenta que los comandantes de los auxiliares (Baccurio y Cassio) se lanzaron sobre los godos que protegían su campamento de carros (lagger) sin esperar a que el parlamento acabase , éste primer intento de sorprender a los godos fracasa estrepitosamente ya que son rechazados y devueltos a su posición inicial.

Mapa táctico de la batalla.

Frigiterno ordena salir a todo su ejército del campamento, Valente a su vez hace avanzar a la caballería del flanco izquierdo para rodear y atacar la retaguardia enemiga, pero en ese momento vuelve la caballería al mando de los ostrogodos, Alateo y Safrax, y se produce un terrible combate por el dominio del flanco. La infantería romana cierra filas y se dispone a recibir el empuje de los germanos que avanza contra ellos.

El emperador había perdido totalmente la iniciativa y ahora se veía defendiendo su parte del campo de batalla, pero las legiones todavía eran eficaces, todavía daban de si, además la caballería parecía que estaba ganando y se acercaba al campamento godo. Pero fue un leve espejismo de victoria, los avances de la caballería pronto se vieron frenados por la superioridad numérica de los godos y por la falta de refuerzos romanos que estaban bastante ocupados deteniendo a la infantería goda.
La lucha desesperada de las legiones. Ilustración Angus McBride.

La lucha desesperada de las legiones. Ilustración Angus McBride.

El contraataque fue fulminante, rodearon la retaguardia del ejército imperial, impidiendo sus posibles maniobras y acabando con la caballería del ala derecha, los legionarios demostrando su valor cerraron filas y formaron un sólido muro de escudos todavía desafiantes, todavía en pie. Amiano nos relata el horror de la batalla, el olor a sangre y heces humanas, de cómo el circulo defensivo cada vez era más y más pequeño, se podía oír la muerte de los compañeros cada vez más cerca, como en un matadero, hasta que fuera su turno para morir a manos de algún germano de ojos azules y fríos. Valente murió en aquel último núcleo de resistencia, su cuerpo no fue encontrado o identificado, quedó tendido en el campo de batalla con las 2/3 partes de su ejército.

Los godos siguieron en la zona a sus anchas hasta que el nuevo emperador, Teodosio (el último de origen hispano) cerró un trato con ellos a cambio de oro y de formar parte del ejército imperial, pero la relación de amor-odio continuaría prácticamente hasta la caída del imperio occidental, siendo protagonistas en hechos tan importantes como el saqueo de Roma o la batalla de los campos catalaúnicos, hasta su entrada en Hispania, dónde paradójicamente continuaron el legado romano y marcaron el preludio de la edad media hispana, pero bueno ya sabéis que eso.., eso es otra historia.



Bibliografía y fuentes:

Jordanes, Origen y gestas de los godos.

Revista Wargames, soldados y estrategia nº39, La caída del águila

Simon McDowall, Adrianópolis, Los godos rompen las legiones romanas.

Adrian Goldsworthy, La caída del imperio romano.

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Me llamo Roberto y nací en el año 1979 en Madrid. Apasionado de la historia desde siempre, mi única intención es que compartamos y divulguemos en este espacio cada pedacito de la antigüedad que tanto nos gusta. Me encantaría que recorrieras conmigo este periodo. ¿Te apuntas?, pues bienvenido a Historia o leyenda.
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15 Comentarios en “Batalla de Adrianópolis, el fin de un emperador”

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Juan Prisco
11 septiembre, 2016 a las 23:40

No estoy para nada de acuerdo. El mismo año de Adrianopolis el ejército romano de Graciano aniquiló a 40.000 alemanes (lentienses) en la batalla de Argentovaria. Las victorias romanas a lo largo del siglo IV d.C sobre los bárbaros son muchisimas. Prrdieron menos batallas de las que perdieron los romanos en el siglo I, siglo II y siglo III d.C frente a muchos más enemigos…. Por no mencionar que ese ejército de cuño mixto Diocleciano-Constantino pervivió en Oriente, en el que evolucionó y llevó a la hazaña sin parangón del Ejército Imperial de conquistar (reconquistar) con sólo 15.000 hombres en menos de 20 años toda Italia, Dalmacia, Sicilia, Sardinia, Córcega, Baleares, Norte de África, sur de Hispania, etc, etc….
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Alf
11 septiembre, 2016 a las 23:48

Si no me equivoco, la fuerza del ejército de Belisario estribaba en la caballería pesada, los “draco”
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Alf
18 junio, 2016 a las 11:27

El título es muy apropiado, porque realmente significó una terrible derrota y el principio del fin del Imperio de Occidente. Además nació un nuevo tipo de guerra que quizá alcanzó su esplendor con los cuerpos de élite de caballería pesada “Dracos” del Imperio Oriental

Pero, ¿significó la derrota de la legión como tal?. Para mí, no. El que destrozó la Legión como unidad fue Constantino. La legión de Adrianópolis, de 150 hombres, nada tenía que ver excepto en el nombre con la legión de la Roma clásica

Abro el debate. Saludos
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Rober Autor
18 junio, 2016 a las 12:19

Hola Alf.
Me refiero al fin de la infantería como arma predilecta de los ejércitos, tanto bárbaros como romanos o los posteriores bizantinos. Aunque evidentemente no fue un cambio drástico, la importancia de la caballería cobró fuerza como unidad de choque hasta las reformas del gran capitán y el auge de los tercios como unidad de combate.
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Belisario, el Michael Jordan del Imperio
11 septiembre, 2016 a las 23:56

¿Posteriores bizantinos?. ¿Ha pasado Gandalf el Blanco y les ha transformado de repente?. Son romanos de Oriente (romaion), lo de “bizantino” es cosa de Hyeronimus Wolf en 1557…..Y si, Adrianopolis en un punto de inflexión para la infantería…dependiendo del lugar donde se luchase. En el Este empezó a usarse mucho la caballería….Yo más que la pérdida del poder de la infantería veo una subida de la caballería, que antes no fue tan importasnte. El Imperio Romano de Oriente combinó ambas cosas, aunque táctiucamente la caballería se impuso en ese ejército hasta el siglo XII. Eso que Constantino destroza la legión…. Diocleciano y Constantino adaptan el ejército a la situación. De hecho, siendo tan diferentes como fueron para mi son los artífices del “milagro” del siglo IV d.C, que no solo solucionaron la chapuza del siglo III d.C., el peror siglo y el de las derrotas significativas, guerras civiles constantes, etc…. Se pone de manifiesto una derrota (Adrianopolis)…pero convendría repasar el nivel y la cantidad de victorias romanas en ese siglo. Creo que es el siglo en que más víctorias militares tuvo El Imperio. Sármatas, godos, alamanes, persas…En Reims, Argentoratum, Argentovaria, Solicinium, Dacia reconquistada (por Constantino), etc, etc…Y si ya nos trasladamos al siglo VI….pues ahí los romanos revientan 2 reinos (vándalo y ostrogodo) y reconquistan muchos territorio en Occidente, incluyendo toda Italia.
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Alf
12 septiembre, 2016 a las 0:25

Toda la razón, son Romanos, así, con mayúscula. Bien apuntado

Lo de las victorias del S.IV… ya se vió lo que pasó en el S.V. Me recuerda al título de la memorias de Manstein: “Victorias frustadas”

Y respecto a las reconquistas de Belisario: para mí le perdió su lealtad incondicional. Quizá si hubiera destronado al sátrapa tiránico y cobarde de Justiniano y a la ex-ramera de la emperatriz y se hubiera coronado emperador el futuro del Imperio no habría sido la ruina, para desgracia de Occidente. Para empezar, económica, ya al final del reinado de Justiniano, gracias a los gastos de guerra pero también a la fiebre religiosa constructora de Justiniano

Saludos
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Rober Autor
12 septiembre, 2016 a las 12:10

Hola a todos.

Muy interesantes todas las aportaciones, y agradezco mucho el debate (me encantan). Estoy de acuerdo que en numerosas batallas del bajo imperio, incluida parte de la alta edad media, se siguió utilizando la infantería en masa. Pero la preparación y panoplia fue decreciendo mientras que la caballería cobraba mayor importancia.

Ojo, que digo decreciendo, tenemos el ejemplo en los Campos Catalaúnicos y en la expedición de Belisario de lo que la infantería era capaz de hacer. ¿Fue culpa de Adrianópolis? personalmente creo que influyeron muchas más cosas. Es curioso que la gente suele pensar que el ejército del bajo imperio era inferior al del principado, y sin embargo era una fuerza mucho más especializada y adaptada al tipo de guerra casi defensiva del imperio.

Espero ver más debates como este, todas las opiniones aportan valor y datos objetivos. Saludos a todos, gracias por seguir el blog.
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Edurne Torrontegi
11 septiembre, 2016 a las 23:28

La reforma militar que acabó con la legión clásica fue Diocleciano, no Constantino. “Diocletian’s Military Reforms” por
Emilija Stankovic
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Alf
11 septiembre, 2016 a las 23:43

Gracias por tu aportación. Diocleciano separó el poder civil del militar quitando poder a los gobernadores, entre otras cosas, pero quería decir que Constantino es quien se carga la legión de Mario disminuyendo sus efectivos y por tanto su fuerza de combate, y destruyendo su moral y contribuyendo a la destrucción del sentido de ciudadanía del Imperio estableciendo dos clases de soldados (donde curiosamente los de primera línea son los inferiores y peor pagados)

No dudo que lo único que buscaba Constantino era perpetuar su poder, como se ve en toda su acción de gobierno, desde el establecimiento de facto del cesaropapismo hasta el asesinato de su primogénito. En el Imperio pensaba poco. Era un señor de la guerra más, sólo que más inteligente que otros en otros periodos de la historia del Imperio.
A diferencia de Diocleciano, que aunque sus reformas económicas fueron desastrosas y su tetrarquía sólo funcionó mientras estuvo él, sí lo hacía con un sentido claro de preservar el Imperio

He buscado el libro y no lo he encontrado. ¿Algún enlace?

Saludos
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Rafael Bolívar S.
1 abril, 2016 a las 12:00

Una vez más con otro relato interesante sobre las derrotas de las legiones romanas a manos de sus vecinos-enemigos. Cannas, Teutoburgo y Adrianòpolis se convirtieron en carnicerías y deshonores para el imperio romano. Felicitaciones desde Mérida-Venezuela.
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Rober Autor
2 abril, 2016 a las 11:06

Hola Rafael, me alegra mucho que te gusten los artículos. Sin duda Adrianópolis fue una de las grandes derrotas del imperio, y más si tenemos en cuenta que un emperador romano murió en ella. La germanización del imperio ya era irreversible y marcó quizás el principio del fin de Roma. Saludos desde Madrid.
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Manueconomic
23 enero, 2016 a las 20:10

Enhorabuena por el artículo. Sólo una pr3gunta: porque todo el mundo se empeña en desacreditar los datos facilitados por Amianto Marcelino, ¡si fue testigo directo de los hechos! Si eso no es una fuente fiable….
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Rober Autor
25 enero, 2016 a las 9:46

Hola Manueconomic, gracias por tus palabras, como bien dices Amiano es de los pocos historiadores que pueden decir que han visto los hechos con sus propios ojos, yo lo tengo como fuente, y a Jordanes también, cabe la posibilidad que su relato este un poco sesgado por el control de la época, pero no más que otros como pueden ser Flavio Josefo o el propio Polibio.
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José Mattos
22 enero, 2016 a las 15:27

Muy bueno. Me gusta mucho la história antigua. Te felicito por compartir con nosotros estos relatos. Saludos desde el sur de Brasil.
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Rober Autor
22 enero, 2016 a las 18:46

Muchas José, me alegra mucho que te guste el blog, y si sirve para divulgar historia y que os “pique” la curiosidad, mucho más. Saludos desde Madrid.
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